1. Sumario:
Los programas de
estímulo fiscal que se han implementado en los últimos años han elevado el
riesgo de insolvencia soberana y fragmentación económica. Hay varios factores
que pueden intensificar estos riesgos en todo el mundo, ya sea de manera
individual o conjunta, resultando en una mayor iliquidez para los gobiernos.
Estos factores incluyen el deterioro de las condiciones crediticias debido a
sus altos costos, el impacto del cambio climático en la inflación, la gestión
inadecuada de las tasas de interés, políticas monetarias erróneas, la
corrupción y shocks externos, todos los cuales aumentan no solo los déficits
fiscales sino la incertidumbre.
Como
consecuencia, la productividad en el comercio internacional se ve afectada.
Esto desencadena un malestar económico más profundo que agrava las
desigualdades sociales e impide el desarrollo económico. Al mismo tiempo, actúa
como un catalizador en la reconfiguración geopolítica global. Esta
reconfiguración impulsa cambios en el equilibrio de poder entre las naciones,
los cuales pueden afectar sus condiciones económicas y solvencia. Muchos países
se enfrentarán a la difícil elección entre pagar su deuda o invertir en
desarrollo.
2. Las crisis de deuda soberana han
vuelto con otros actores y otros volúmenes.
A las crisis de deuda se las define como episodios de stress en el
acceso al financiamiento y atrasos significativos en el servicio de deuda sea
de capital, interés o ambas. Se relaciona con eventos que provocan serias
tensiones financieras sobre el costo marginal de nueva deuda, refinanciación de
capital o intereses adeudados. [i] El
impago soberano se da cuando un gobierno incumple con el pago de la deuda
contraída con extranjeros sean entes privados o públicos. La crisis de deuda
suele definirse no en base a la situación de inestabilidad financiera inicial, sino
a la forma de resolución de estas.[ii] La
experiencia de los últimos años indica que todo rescate soberano tiene un costo
mayor que aquel que se haga progresivamente y con tiempo para evitar un default.
Las crisis de deuda no se superan solo con préstamos.
Durante meses, el gobierno de Sri Lanka[iii]
agotó sus reservas de divisas en un intento de fortalecer su moneda y pagar el
servicio de su deuda externa. Sin embargo, en abril de 2022, anunció que
cesaría los pagos de sus cuotas denominadas en moneda extranjera, lo que hizo
que el pago de la deuda externa se volviera inaccesible.[iv] Esto
provocó que, al mes siguiente, el país entrara en default. Al igual que Sri
Lanka, muchos otros países, al quedarse sin reservas de divisas, no pueden
pagar las importaciones, desde alimentos hasta combustibles y medicinas. Esto
interrumpe todo el ciclo comercial y, lo que es peor, no satisface las
necesidades de los ciudadanos.
La inflación mensual
de más del 50% es solo uno de los factores que están afectando la economía de
Sri Lanka. A pesar de los préstamos puente que puedan ofrecer el FMI u otros
organismos bilaterales, sin un cambio cultural en la sociedad, ninguna
transformación será sostenible. No existe una normativa de insolvencia que
pueda revertir la situación de déficit fiscal crónico.
La
insolvencia soberana es un problema que tiene más raíces culturales que
económicas. Está estrechamente vinculada a la falta de disciplina fiscal, a la dilapidación
de fondos públicos sin sanción y, en particular, a la percepción de muchas
personas que creen tener derechos económicos, pero no reconocen sus
obligaciones. En 2023, la junta ejecutiva del Fondo Monetario Internacional
(FMI) aprobó un préstamo de 3.000 millones de dólares para ayudar a Sri Lanka a
superar la crisis financiera que ha sumido a la nación en una crisis económica
y política durante más de un año.[v]
Sin embargo, la situación en ese país no se ha estabilizado.
Sri Lanka también logró una
moratoria de dos años en el pago de su deuda con China, uno de sus principales
acreedores. Sin embargo, no tuvo el mismo éxito con otros tenedores privados u
organismos bilaterales. En una sociedad acostumbrada al despilfarro, el
desorden se convierte en su propia trampa. En este contexto de crisis
superpuestas, cualquier reajuste gubernamental traerá consigo injusticias
económicas. La conmoción que puede provocar una crisis de deuda soberana
representa una amenaza real debido a la implicación de acreedores públicos y
privados, la complejidad de los instrumentos financieros de deuda involucrados
y las diversas garantías en juego.
Los shocks externos
pueden intensificar las vulnerabilidades existentes, como es el caso del actual
conflicto en el Medio Oriente. Sin embargo, las debilidades son inherentes a
cualquier estructura gubernamental que enfrenta una crisis de deuda soberana y
que tiene a su cargo la política monetaria. Si se opta por imprimir dinero a
expensas de la inflación, se dejan crecer los déficits fiscales y no se
gestiona adecuadamente la corrupción endémica, las autoridades son las
responsables de las decisiones tomadas y de las consecuencias. Ningún préstamo
puente o rescate puede solucionar esa forma de pensar.
Sri Lanka enfrenta un
factor adicional que posee un gran poder de daño a la sociedad, al igual que en
Argentina: los sindicatos. En este contexto, cualquier resolución que busque
privatizar empresas estatales deficitarias es bloqueada por estas
organizaciones a través de huelgas y acciones desestabilizadoras. Surge la
pregunta: ¿Por qué la ciudadanía debe contribuir con los privilegios y los
fondos de los sindicatos en un entorno crítico de insolvencia soberana? Además,
se plantea otra cuestión: ¿Por qué se confunde al gobierno con el Estado? Todo
cambio que genere amenaza produce resistencia.
Alexis
Rieffel,[vi]
señaló que los procedimientos para
resolver una crisis de deuda internacional se asemejan a un circo de tres
pistas. En el primer círculo, el país en quiebra negocia con el FMI, que debe
determinar cuánto puede pagar el país y qué nivel de ajuste fiscal debe
soportar. En el segundo círculo, el país solicita clemencia a otros gobiernos a
los que adeuda dinero. Y en el tercer círculo, busca un acuerdo ‘comparable’
con los prestamistas privados. Pero ahora al concierto de acreedores se suma
China y otros países, con una cultura diferente al momento de conciliar
soluciones.
En este escenario global, es crucial que los estados busquen un
equilibrio de fuerzas económicas para evitar distorsiones de gran magnitud en
lo que respecta a la deuda pública. A diferencia de otras crisis, como la que
ocurrió en Latinoamérica en la década de 1980, hoy en día los países tienen una
deuda mayor en relación con su PBI y tienen una variedad más amplia de
obligaciones con un rango más amplio de acreedores. Para muchas economías
emergentes, los bonos han superado a los préstamos bancarios.
En 2023, la
deuda total ascendió al 238% del Producto Interno Bruto (PIB) mundial, lo que
representa un aumento de nueve puntos porcentuales con respecto al nivel de
2019. En términos de dólares estadounidenses, la deuda aumentó a 235 billones
de dólares, lo que supone un incremento de 200.000 millones de dólares en
comparación con el nivel de 2021.[vii] Según un informe de la agencia Bloomberg, el
aumento de las tasas de interés ha intensificado las vulnerabilidades derivadas
de la deuda, incluso en todos los países en desarrollo. Solo en los últimos
tres años, se han producido 18 casos de impago en 10 países en desarrollo,
superando la cifra registrada en las dos décadas anteriores.[viii] La problemática de la deuda afecta tanto a los
países desarrollados como a los que no lo están, pero algunos tienen
herramientas para su tratamiento mientras que otros no.
De acuerdo con los datos de Datosmacro.com,
en 2023, la deuda pública de China ascendió a 13.065.012 millones de euros, lo
que representa el 76,98% de su Producto Interno Bruto (PIB). Este nivel de
endeudamiento es uno de los más altos entre las economías emergentes y ha
experimentado un aumento desde el 71,84% del PIB en 2021.[ix]
Por otro lado, el mismo sitio
web indica que Estados Unidos es el país con la mayor deuda del mundo. En 2022,
la deuda pública de este país fue de 29.308.819 millones de euros, lo que
supone un incremento de 4.405.158 millones en comparación con 2021, cuando la
deuda ascendió a 24.903.661 millones de euros. Esta cifra implica que la deuda
en 2022 alcanzó el 121,31% del PIB, lo que representa una disminución de 5,11
puntos porcentuales en comparación con 2021, cuando la deuda representó el
126,42% del PIB. [x]
Sin embargo, sigue siendo alto el porcentaje.
El 60% de los países con ingresos bajos se
encuentran en una situación comprometida debido a sus obligaciones de deuda
externa, enfrentando un alto riesgo de sobreendeudamiento. El pago de los
intereses de esta deuda no solo obstaculiza su desarrollo, sino que también
limita su capacidad para atender las necesidades básicas de la sociedad, como
la salud, la educación y el transporte. Además, las tasas de interés variables
pueden provocar un aumento inesperado en las condiciones de pago, lo que agrava
aún más su situación financiera.
Las crisis de deuda soberana han
resurgido en el escenario global, pero con características que difieren de los
ciclos de impago anteriores. Actualmente, nuevos acreedores, como China e
India, que no estaban presentes en años pasados, se han unido a la escena
financiera global. Tanto los países desarrollados como los emergentes y de
bajos ingresos, han incrementado su nivel de endeudamiento, alcanzando
volúmenes históricamente sin precedentes. Las condiciones, los actores
involucrados y los instrumentos financieros asociados a las deudas soberanas
han evolucionado, presentando nuevos desafíos. Estos desafíos deben ser
abordados no solo desde una perspectiva económico-financiera, sino también como
se propone en este trabajo, desde un enfoque cultural.
3. Los shocks externos intensifican los problemas
de deuda soberana originados en el desorden fiscal
Un ‘shock
externo’ se refiere a cualquier evento que, aunque ajeno a la economía local,
tiene un impacto significativo debido a las vulnerables condiciones macro y
microeconómicas. Los cambios en los precios de las materias primas, el costo de
la energía, las fluctuaciones en las tasas de interés y los conflictos bélicos,
que se han intensificado a nivel mundial, tienen impacto en las finanzas
públicas.[xi] La
moderación de estos efectos depende en gran medida de un cierto orden fiscal
interno y de la adopción oportuna de medidas contra cíclicas para
amortiguarlos.
Si a la incertidumbre externa se suma la
interna, las posibilidades de potenciar la insolvencia soberana en estos tiempos
son mayores. Por citar un ejemplo, en la actualidad se están generando fuertes
tensiones entre los gobiernos y sus bancos centrales, en un escenario de
profundas transformaciones geopolíticas. Ahora que las tasas de interés han
aumentado, las facturas de intereses están agotando los presupuestos gubernamentales
y las metas de inflación se están diluyendo ante las perspectivas de los bancos
centrales de intentar contenerla.
Maquiavelo
sostiene que donde existe buena disciplina, hay orden y rara vez falta la buena
fortuna. La situación de Argentina en este panorama es muy particular. Décadas
de economía populista y un Banco Central que sobrevive ejecutando un esquema
Ponzi de alto rendimiento con los bancos, han dejado al gobierno con un alto
grado de iliquidez. A los argentinos les cuesta aprender de la historia
económica, a pesar de las sucesivas caídas y altos niveles de inflación. Está
profundamente arraigado en gran parte de la sociedad la idea de que todo es
gratis, educación, salud, ect., ignorando que todo gasto público es un ingreso
privado vía impuestos o por emisión monetaria inflacionaria.
Según
tituló el Wall Street Journal,[xii] Argentina es un caso clásico
de “dominancia fiscal”, donde la cultura populista del derroche no tiene
sanciones para los irresponsables de las políticas monetarias y económicas.
Todos salen ilesos y ninguno asume la mala praxis económica que produce injusticia
social en una amplia franja de la sociedad. El despilfarro sin conciencia
social forma parte de la cultura de grandes sectores de dirigentes y de la
población. La mala comprensión del término justicia social provocó mayor
pobreza y endeudamiento con niveles críticos.[xiii]
Stephanie Kelton,[xiv]
es una de las principales voces de la teoría monetaria moderna, que sostiene
que la inflación y la disponibilidad de recursos (ya sean materiales o mano de
obra) son los límites clave del gasto público, en lugar de las restricciones
presupuestarias tradicionales.[xv] Greg Ip señala con acierto que lo que
distingue a Argentina de otros países no es tanto lo económico sino lo
político: su banco central está completamente subordinado al tesoro. En otros
términos, el presidente del BCRA hace lo que el político de turno le dice,
porque no tiene independencia ni criterio de ninguna clase.
Una de las lecciones que deben tener en cuenta
los países ante el flagelo argentino y que tienen debilidad por el gasto improductivo
y excesivo déficit público, como Sri Lanka, es que la mala gestión económica,
la aguda corrupción y los antecedentes de impago serial dejan a todo país sin
acceso a los mercados de capital y, lo que es peor, sin credibilidad. Por lo tanto,
en los países citados, el banco central financia el déficit comprando deuda
pública en el mercado abierto y prestando directamente al Tesoro. Una fórmula
perfecta para la tensión permanente y una invitación para la próxima crisis de hiperinflación
y deuda soberana que se incuba a diario. Los males no hay que buscarlos afuera,
sino dentro de las propias fronteras como símbolo de la desesperanza.
El Banco Central de Argentina no solo
ha favorecido la inflación en los últimos años, proyectada a más del 213% anual
para 2024, sino que también ha provocado un estancamiento con inflación, un
fenómeno económico conocido como estanflación, debido a su falta de autonomía
para combatirla. Este análisis sugiere que el mundo podría replicar el modelo
del país sudamericano, pero a gran escala en términos de deuda pública. El
gasto deficitario ilimitado, financiado por la impresión ilimitada de dinero,
está teniendo consecuencias en el escenario global. Esta perspectiva se ve potenciada por el
esfuerzo de algunos gobiernos para rescatar sistemas financieros o algún sector
de la economía en crisis sistémica, como sucede con China y su sector
inmobiliario, [xvi] que lo
limitan al tener que condonar deuda de sus países deudores.
Iván Werning , dijo que la matemática es simple: imprimir
suficiente dinero para financiar un déficit del 5% del PIB requiere expandir la
base monetaria (como la moneda) en una cantidad similar, lo que por supuesto,
devalúa el dinero que el público ya posee, generando un “impuesto”
inflacionario. La inflación de Argentina alcanzó el 142% en octubre del
2023. Esto que parece tan sencillo, es difícil de entender en grandes porciones
de la sociedad, donde lo gratuito se asimila a un derecho inalienable, hasta límites
de cuestionar porque una porción de la sociedad tiene que trabajar si la otra
parte la puede y debe sostener a través de planes sociales o subsidios. [xvii]
Si se contara con un Banco Central
independiente que pueda enfrentar la inflación y que sea autónomo del poder
político de turno, la economía evitaría muchos sobresaltos. Países como Perú,
Chile y Uruguay son ejemplos de esta estructura. Este es el modelo para seguir,
basado en la disciplina y la independencia de criterios. Sin embargo, el mayor
obstáculo para esta transformación es cultural, no económico. Por esta razón,
se sostiene que los shocks externos pueden exacerbar los problemas de deuda soberana
que surgen del desorden fiscal. Este desorden es producido por funcionarios que
carecen del mérito e idoneidad necesarios para desempeñar sus cargos en la
función pública.
4. La
clave está en la eficiencia técnica del gasto público.
Zambia es otro país que enseña
cuál no es la manera de gestionar la administración pública. Cualquier shock
externo potencia el desorden económico interno; en el caso del país africano,
fue el covid. No hay sorpresas. Casi la mitad de sus ingresos fiscales
informaba The Economist,[xviii] se
destinan al servicio de la deuda; si se suma la masa salarial pública, queda
poco. En 2019, su déficit presupuestario fue del 10,9% del PBI. Aunque la
pandemia empeoró estos problemas, no los causó. Más bien, fueron las políticas
derrochadoras de sus funcionarios públicos las que han debilitado su economía.
El origen de la deuda pública
son las equivocadas decisiones de gestión sin la corrección adecuada. Trevor
Simumba,[xix] un consultor
especializado en deuda soberana de Zambia[xx] fue concluyente: “La gestión
financiera ha sido calamitosa. A menudo, los departamentos individuales
solicitan préstamos y el Ministerio de Finanzas se entera más tarde. Esto ha
incentivado, por ejemplo, la compra de un jet presidencial y otros aviones.” El colapso de las finanzas publicas no llega
de un día para otro, todo derrumbe lleva su tiempo progresivo.
Forma parte
de los hábitos de la burocracia relajarse y negar la realidad. Nadie se ocupa de corregir las
distorsiones. Es frecuente entonces, observar que, en medio del caos
administrativo y crisis de deuda, se busque estatizar empresas. Este proceso
conlleva un costo ya que implica la nacionalización de recursos
y compromete las finanzas públicas futuras. Zambia tras el default de 2020, nacionalizó mal las grandes minas y secó la
inversión extranjera.[xxi]
Recientemente,
en Argentina, un tribunal de Estados Unidos condenó al país al pago de hasta
19.800 millones de dólares (equivalentes a 18.221 millones de euros) por la expropiación
del 51% de YPF a la petrolera española Repsol. Esta acción se llevó a cabo en
2012 durante el gobierno peronista populista. El silencio de los responsables de esta
decisión, muchos de los cuales aún forman parte de la administración pública,
resulta desconcertante.
Los dos casos evidencian una mala praxis económica
que resulta en un alto costo fiscal. Por
su parte, la justicia penal no aplica las sanciones correspondientes, por lo
que la mayoría de estos delitos contra la administración pública quedan
impunes. En otras palabras, los delitos cometidos por los administradores
públicos que generan un costo económico y social adicional son ignorados. La corrupción tiene costo fiscal significativo
para cualquier país. En términos económicos, las 15 causas de corrupción más
importantes en Argentina, que se iniciaron entre 1990 y 2013, representan un
perjuicio económico para el Estado de más de 6200 millones de dólares y no hay
condenas firmes.[xxii]
En términos
sociales, la corrupción también tiene un costo directo en el déficit público.
Este se refleja en la disminución de escuelas, hospitales y rutas, lo que a su
vez genera la destrucción de empleo y un aumento en la pobreza socavando todo
desarrollo económico.[xxiii] Además, la corrupción es percibida
como un impuesto a la inversión, lo que disminuye su volumen y, como
consecuencia, la capacidad de una sociedad de modernizarse, aumentar su
producción y sus salarios. En definitiva, una población sometida a
la corrupción no tiene forma de liberarse ni progresar.
En el último informe elaborado por Transparencia Internacional,[xxiv] donde los
países se puntúan en una escala de 0 (muy corrupto) a 100 (muy limpio),
Argentina obtuvo una calificación de 35 puntos sobre 100. Zambia, por su parte,
obtuvo 38 de los 100 puntos posibles. En nuestra región, Uruguay y Chile están
mucho mejor valorados, con 74 y 67 puntos respectivamente. Se puede observar
que los niveles educativos entre los países comparados actúan como un factor
desencadenante de los parámetros expuestos. A menor nivel de educación, hay un
menor desarrollo, mayor corrupción y mayor desorden en la administración
pública en cualquiera de los tres poderes del Estado.
El gasto público debe realizarse de tal manera que se alcancen los
objetivos deseados con el mínimo de recursos posibles, es decir, con la mayor
productividad para el beneficio social y salud de las finanzas. La corrupción[xxv]
y la falta de nivel educativo son trastornos crónicos que
impiden alcanzar los objetivos de desarrollo económico y una eficaz gestión del
gasto público. Aquellos que sostienen que el Estado no necesita ser productivo
están equivocados. Deberían explicar por qué los déficits públicos provocan
graves desequilibrios en la economía, afectando la calidad de vida de los
ciudadanos, como la inflación y la pobreza.
5. Consideraciones finales
El reciente fracaso de las negociaciones de deuda entre Sri Lanka
y China es un
importante precedente en el manejo de la insolvencia soberana de cara al futuro
de la geopolítica global. El origen se debió en parte a las normas que
restringían a los banqueros chinos el reconocimiento y la condonación de deudas
incobrables. La condonación de la deuda habría dejado a las empresas chinas que
construyeron la infraestructura de Sri Lanka sin dinero, lo que habría
desencadenado las mismas preocupaciones políticas que existen en los casos de
sobreendeudamiento interno y que ese país no puede solucionar.
Por los volúmenes de
deuda y los actores involucrados la explosión de la deuda soberana producirá
mayor inestabilidad económica y estancamiento, que en experiencias pasadas. No
basta a los países reestablecer la balanza comercial, sino que deben recuperar
la credibilidad tanto interna como externa. Los prestamos proporcionados por
China no son dirigidos a infraestructura, sino a rescates. Ese ingrediente no
soluciona, sino que potencia los riesgos, porque además de la debilidad interna
de los países en problemas, a la hora de negociar, se produce un conflicto entre
las particularidades de China y el FMI o el G-20 que retrasan las soluciones
coordinadas.
Son tiempos donde entra
en crisis el concepto de deuda razonable y deuda insostenible. Para aquellos
que sostienen que ciertos ratios de deuda pública son saludables para el
desarrollo, se contraponen quienes consideran que esa deuda manejada de forma
irresponsable lleva al país a un gran desorden económico y posible default
¿Cuál es el límite de uno u otro concepto? La decisión la tienen quienes
prestan esos fondos y no los deudores que tienen que pagar.
La escalada de los
conflictos bélicos se transforma en una amenaza para el libre comercio y
compromete aún más las finanzas públicas de algunos países. No puede ignorarse
el aumento de los costos en fletes marítimos o la interrupción de suministros
por los conflictos en el mar rojo,[xxvi]
que se traslada a mayores presiones inflacionarias. Pero una amenaza mayor se
cierne sobre buena parte de la población mundial, que es el riesgo de
inacción y relajación por parte de los gobiernos para abordar la solución de la
deuda.
Los casos de Sri Lanka,
Argentina y Zambia merecen ser observados. China logró reestructurar la
deuda con el primero de los países en términos más eficaces que occidente y eso
no fue del agrado de Wall Street. Las negociaciones de reestructuración
prolongadas agudizan los daños sociales, no solo económicos. También las
recuperaciones de los fondos de bonos y demás inversores que ven demoradas el
cobro de sus deudas. No resulta lo mismo por el volumen la deuda a
reestructurar de Gana o Surinam, que de Pakistán o Argentina.
No hay concordancia entre las
normas aplicables para los casos de reestructuración de deuda soberana, ahora
que los actores son multipolares. Las reglas del G-20 con su marco común o las
del FMI entran en tensión con los objetivos y ambiciones de China. Los
engranajes no encajan de esa manera y las pérdidas y costos crediticios son
mayores para todos los involucrados: ¿Quiénes deben soportar las mayores
pérdidas, los tenedores de bonos o las agencias oficiales de préstamos ? Es
lógico que el interés de China sea que la mayor condonación de deuda la sufran
los privados, y no los entes públicos, que son en el caso de ese país los
mayores prestamistas globales. El gobierno de China maneja estas entidades.
Las prácticas crediticias sin una
adecuada valoración y gestión pueden resultar en una trampa para los gobiernos.
En la forma de reestructuración de la deuda soberana, se advierte la
reconfiguración global en curso, donde la estrategia de ‘extender y fingir’ no
está favoreciendo las soluciones que requieren de coordinación y confianza entre
los prestamistas. El tiempo es un factor crucial en el tema analizado. Las
urgencias para atender al servicio de la deuda cambian las prioridades de los
gobernantes, quienes desplazan temas como salud, educación y medio ambiente por
sus compromisos financieros, a medida que las condiciones crediticias empeoran.
Existe una clara vinculación entre insolvencia
soberana, desarrollo económico y
reconfiguración geopolítica. La insolvencia soberana no se concibe tanto como
la incapacidad de un país para pagar sus deudas, sino más bien como la
incapacidad regular y permanente de generar suficiente liquidez para asumir los
compromisos líquidos y exigibles. En
términos de desarrollo económico,[xxvii]
cuando
un país no puede tomar decisiones viables y las condiciones del mercado se
deterioran debido a desórdenes políticos, shocks externos o ambas, es posible
que surja una crisis de la deuda que perturbe gravemente y de manera prolongada
los objetivos de desarrollo.
Las
tensiones comerciales y financieras que provoca esta situación de insolvencia,
debido a su volumen, pueden a su vez desencadenar flujos inmediatos de salida
de capitales, migraciones, cancelación de inversiones, problemas de suministro
e imponer cambios en los equilibrios de poder entre países. Según las
proyecciones generales del Banco Mundial, se espera que los costos de la deuda
aumenten un 39% en la lista de los 24 países más pobres en los próximos meses.
Por lo tanto, el dilema de muchos gobiernos será gestionar y decidir entre
invertir o pagar.
Carlos Alberto Ferro
Mendoza, Argentina. Enero 2024
carlosalbertoferro@uda.edu.ar
Nota: este articulo fue publicado originariamente en el perfil del autor en linkedin: https://www.linkedin.com/posts/especialista-derecho-insolvencia_insolvencia-soberana-desarrollo-econ%C3%B3mico-activity-7154485403184463872-XkvB?utm_source=share&utm_medium=member_desktop
[i] Cosentino,
Adrián, Sasa, Matías, Pablo Carrera Mayer,
Fabian de Achával, Mariel Coretti, Fabian Dalló,” Crisis y reestructuración de
deuda soberana” ed. Eudeba Argentina 2017 p. 221
[ii] Las alternativas de solución diseñadas son las siguientes: Readecuar el
peso de la deuda a su real capacidad de pago (ajuste fiscal/reducción de
emisión/ cambio de política monetaria). Solicitar una reestructuración con
amenaza de default. Combinación de ampliación de plazos de vencimiento
(espera), reducción de capital adeudado (quita) y disminución de la tasa de
interés. Solicitar un paquete de asistencia financiera o rescate (bail outs)
por una organización financiera de crédito. La solución puede ser adoptando una
de las variables (Tequila-México 1995), Sri Lanka (2022)[ii]; las
tres simultáneamente (Troika-Grecia 2012) o una sola de ellas, que, al fallar,
da paso a otra de las alternativas (Blindaje [2000] – Megancanje [2001] y
default [2001]- Argentina).
[iii]
Los interesados
pueden consultar el informe del FMI sobre este país en el website: 1LKAEA2023001.pdf marzo de 2023.
[iv] Estimada en U$S 51.000
millones de dólares
[v] Skandha Gunasekara y Alex
Travelli. The New York Times. 20.03.23 Sri Lanka, cuya economía se tambalea
recibe un rescate de U$S 3.000 millones . 8.1.24
website: https://www.nytimes.com/
[vi] Ex funcionario del Tesoro
estadounidense. The economist (2020) ¿ How can governments recover faster from
insolvency?25.12.23. webiste: https://www.economist.com/
[vii] Vitor (G.), Poplawski (M.) Ribeiro, (J.Y) 13.09.2023. La deuda mundial reanuda su
tendencia ascendente.3.1.24 website: https://www.imf.org/es/Blogs/Articles/2023/09/13/global-debt-is-returning-to-its-rising-trend
[viii] Salazar Castellanos (D.)
13.12.2023 Bloomberg línea, La deuda acorrala a los países en desarrollo. 16.01.24 website: https://www.bloomberglinea.com/
[ix] www.datosmacro.expansion.com
[x] www.datosmacro.expansion.com
[xi]
Desde el 7 de octubre
pasado, cuando Hamas invadió Israel, el gasto y la deuda del gobierno de Tel
Aviv se dispararon. Como resultado, la recaudación de impuestos se desplomó,
las exportaciones disminuyeron y la calificación crediticia del país sufrió un
fuerte golpe. Según el Banco de Israel,[xi]
se espera que el Producto Bruto Interno (PBI) de Israel caiga de un crecimiento
proyectado del 3% en 2023 a solo el 1% en 2024.
[xii] Ip,(G.) 22.11.23 Wall street Journal
“Argentina es un caso de dominancia fiscal” web site: https://www.wsj.com/
[xiii]
Según el
“Observatorio de la Deuda Social” el índice de pobreza en Argentina fue del
44,7% en el 2023. Fuente: https://www.baenegocios.com/
[xiv] Profesora
de economía en la Universidad de Stony Brook
[xv] Smith J.T.(2023) . Los
vigilantes de los bonos de Wall Street están en batalla. 19.12.23. website: https://www.nytimes.com/
[xvi]
Ferro (C.) El dilema de los
gobiernos: navegando en un mar de rescates insolventes. Diciembre 2023. Web
site: https://www.linkedin.com/
[xvii] Nota de
autor: Esto último es importante y se destaca porque la dolarización
propuesta por ciertos economistas no soluciona los problemas de déficit de
Argentina. Mientras estos no se reduzcan, el default estará tocando la puerta
de todos los hogares de los países que pretenden adoptar el dólar como moneda
de curso legal. Estas cuestiones de educación financiera no se enseñan en
ningún nivel educativo y son la consecuencia del endeudamiento imprudente que
genera hiperinflación en lo interno y crisis de deuda en lo externo.
[xviii] The Economist. 2.05.2020.
Zambia ya era un caso de estudio sobre cómo no gestionar la economía.
17.01.2024. website: https://www.economist.com
[xix] The Economist. 2.05.2020.
Zambia ya era un caso de estudio sobre cómo no gestionar la economía.
17.01.2024. website: https://www.economist.com
[xx] Nota de
autor: El paralelo con Argentina es evidente.
Los préstamos recibidos tanto por Zambia como por Argentina provenían de China,
en condiciones absolutamente secretas. Muchos de esos préstamos no aparecen en
las cifras oficiales. Estos sumaban alrededor de 10 mil millones de dólares en
abril de 2019 para el país africano, según un análisis del FMI y el Banco
Mundial. La mayoría se le debe a China por concepto de infraestructura. Dado
que estos préstamos pueden incluir el activo subyacente como garantía, han
llevado a la especulación de que cualquier reestructuración de la deuda de
Zambia con China podría implicar la entrega de carreteras, aeropuertos o tal
vez incluso minas. (Zambia lo niega).
[xxi]
Mopani Cooper Mines
declaró unas pérdidas de 300 millones de dólares en el 2022, después de que la
multinacional Glencore vendiera su participación mayoritaria a la empresa
minera estatal ZCCM-IH por 1.500 millones de dólares en 2021. García Vega (M.)
25.10.23.Zambia se encomienda al cobre y Silicon Valley.20.1.24. web site:
https://elpais.com/
[xxii] Sabat (A.) 16.12.2023. La
Nación. El incalculable costo de la corrupción. 17.01.2024 website: https://www.lanacion.com.ar/
[xxiii] Torres (I). 5.04.2018. Infobae.
El costo de la corrupción. 17.1.2024 webiste:
https://www.infobae.com/
[xxiv]
https://www.transparency.org/
[xxv]
Se recomienda sobre
el tema, el libro del autor Jorge Lanata, Óxido: historia de la corrupción en
Argentina 1580-2023 (Sudamericana)
[xxvi]
Rizvi (O.). 16.01.24.
Lo que el conflicto y las tensiones en el mar rojo pueden significar para
Europa.20.01.24 web site: https://es.euronews.com/
[xxvii]
Los interesados
podrán descargar el trabajo sobre Deuda pública y restricciones para el desarrollo en
América Latina y el Caribe (cepal.org) en el web site: https://repositorio.cepal.org/
No hay comentarios.:
Publicar un comentario