UN CAMINO DISFUNCIONAL Y SIN RETORNO
La
inversión del sector privado es fundamental para sacar a la economía del
estancamiento en la cual se encuentra. Sin embargo, el actual gobierno se
enquista en asfixiarlo y someterlo a todo tipo de presiones. Así la presión fiscal
e inflacionaria vuelven inviables cualquier clase de proyecto de negocios y
desarrollo.
Es
indispensable frenar el alza de gasto público para reducir la inflación y eventualmente
asegurar un acuerdo con el FMI para reprogramar deuda y facilitar el acceso a
los mercados de crédito, hoy cerrados para la Argentina. Sin reactivación y
empoderamiento del sector privado, el Estado no podrá gastar sino es a fuerza
de emisión monetaria y se saben cuáles son las consecuencias.
El vivir
de lo nuestro, de forma aislada no resulta ser una formula exitosa desde hace
varios años. Como tampoco lo es “colocar plata en el bolsillo de la gente”, a
costa de una emisión que se estima según analistas, en más de $ 150.000.000
millones por hora. Ese descontrol ¿A dónde va? La ciudadanía no toma conciencia
de la gravedad de la situación y que esta mala praxis prolongada en el tiempo producirá efectos muy graves para la sociedad, en especial mayor pobreza. Es el error de tomar medidas
basadas en expectativas y por mero interés electoral, cada vez más
desacertadas.
La emisión
monetaria no solo causa inflación sino depreciación monetaria. Eso tiene un
costo, porque significa que no hay responsabilidad fiscal, tampoco lógica en la
toma de decisiones. Ante esta situación crítica el gobierno tiene como
brillante idea continuar colocando letras en los bancos, que pagan un interés
superior al 38% anual. El déficit cuasi fiscal no para de crecer, se siembra de
esta manera una fabulosa tempestad que rememora al rodrigazo del año 1975 o la
hiperinflación de Ricardo Alfonsín de 1989.
Entre 2012 y 2020 cayeron en términos
económicos los tres países más grandes: Argentina, Brasil y México. ¿Cuál es su
denominador común? Son los 3 países con un Estado más grande, mientras la
economía se achica, el gasto crece y se expande. Adviértase a modo comparativo
que los países con una administración más ordenada crecieron: Chile y Uruguay,
como ejemplos. Se sabe, no es cuestión de superficie ni recursos, sino de
modelo de gestión y administración.
Por otra
parte, sucede que esta serie de desaciertos graves, tampoco tienen castigo. La
mayoría de los responsables de estos crímenes desaparecen o se mezclan en el
futuro con algún cargo público de menor exposición. El latrocino al erario público
sigue, pero disfrazados de otros ladrones y con complicidad de una justicia,
que en estos momentos del país ha extraviado su razón de ser. Vale recordar las palabras de Joseph de Maistre:
cada nación tiene el gobierno que se merece.
La inercia
del cambio se muestra inexorable con un pasado prebendario y clientelar que
hace sangrar la República. Las
reiteradas medidas populistas y retrogradas, que solo fabrican parásitos
rentados, sin atisbo de cultura ni superación, condicionan de manera inexorable el futuro.
Se debe avanzar
a un gobierno constitucional, con fuerte respeto por la Constitución Nacional y
los principios liberales que representan el progreso económico y humano. Es el
momento de que los ciudadanos, doctrinarios y librepensadores, rescaten del
pasado oculto, las ideas de libertad y orden que hicieron de la República
Argentina, un lugar admirado en el mundo. No se debe perder la esperanza de
cambio en este camino disfuncional que se transita como Nación.
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