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Se sabe
que la brújula es un instrumento de navegación que sirve para determinar las
direcciones de la superficie terrestre. Si uno navega sin clara orientación se extravía.
Lo mismo sucede en estos momentos con el gobierno a nivel nacional. Está sin
rumbo, o por lo menos esa es la sensación.
Las
autoridades políticas esperaban
que la actividad económica marchara sobre rieles para las PASO, una de las
tantas argucias para postergarlas, además de tener un alto índice de vacunación
que permitiera el cambio de humor social. Pero, sin claridad de propósito ni dirección
a donde se quiere llegar, las delicadas expectativas se esfumaron. Sin
objetivos, no hay productividad ni resultados.
Es
necesario profundizar este enfoque. Los índices económicos hablan por sí
mismos. La falta de planes en diversas áreas y el desacierto de las decisiones tienen
su costo económico y social. Según especialistas, la actividad cayó en el
segundo trimestre de 2021 un 1,5% respecto del primer trimestre. Proyecta que
en el tercer trimestre recuperará un 0,5% y en el cuarto, un 1%. Es decir, que
volverá al nivel del primer trimestre. Se calcula además que en todo el año la
actividad crecerá un 7%, pero que para alcanzar los niveles prepandemia habrá
que esperar a 2022. En el primer trimestre de 2020 (sin pandemia) la economía
cayó 5%.[1]
Sin
embargo, se advierte frente a este retraso económico, otro aún más grave, el
social. No solo por la pérdida de puestos de trabajo y cierre de más de 90.000 empresas
sino la emigración incesante de mano de obra calificada. Sin lugar a dudas, las
generaciones actuales en la Argentina viven en un nivel de vida inferior a la
de sus padres o abuelos, que llegaron a estas tierras con miras a un futuro
digno y un objetivo claro: trabajar y prosperar. Ya entrado el s. XXI, en lo
que a Argentina refiere, los gobiernos democráticos han denostado ambas
palabras: no hay cultura del trabajo y como consecuencia no se prospera. Por lo
que no solo se navega a ciegas, sino que se ha perdido el timón.
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Se aprecia que las escasas medidas
tomadas son desacertadas y fuera de contexto. Hay una mala praxis sea por
acción u omisión. El descargar responsabilidades sobre otros se ha vuelto un
hábito, sin la más mínima autocritica. No hace falta ser un experto hombre de
mar, para darse cuenta que este país, como un gran barco, está a la deriva. Hoy
se requiere de un gran piloto de tormentas y por supuesto, de una tripulación aguerrida
digna del desafío. Argentina los tuvo como lo fue Carlos Pellegrini o Julio A.
Roca y otros grandes hombres que supieron elevar las aspiraciones de la
sociedad.
Con sorpresa se advierte día a día que abundan
los timoratos e ignorantes en los puestos de mando, por lo que resulta
improbable virar de rumbo y el naufragio llegará tarde o temprano con mayores
consecuencias. Las alarmas están
encendidas, basta observar como ejemplo el cepo a las exportaciones de carne vacuna,
que tuvo en junio su primer efecto negativo: la falta de ingreso de divisas,
tan necesarias en estos tiempos de despilfarro fiscal exuberante y un aumento al
consumidor del 7,7%.[2]
Un informe elaborado
por el área de estadística y economía del Instituto de Promoción de la Carne
Vacuna Argentina (IPCVA), las exportaciones de carne vacuna argentina
correspondientes a junio de 2021 alcanzaron un valor de aproximadamente 160
millones de dólares, resultando un -23,3% inferiores a los 208,7 millones de
dólares obtenidos en junio de 2020.[3] Consecuencia: menos ingresos
y fuentes de trabajo ¿Es este un objetivo?
Al riesgo que amenaza o al mal que ya se
padece, se le denomina zozobra. Al igual que sin naufragar el barco
zozobra, sin
instituciones, generación de riqueza y sin educación de calidad este navío de
211 años que se llama “Argentina”, se inclina cada vez aún más ante el triste
sentir de buena parte de los pasajeros. No hay dudas que la tripulación para
esta etapa del viaje no está a la altura de las circunstancias.
Sin
sector privado, incluido el agrícola ganadero, no hay recuperación posible, porque
son los únicos que pueden producir. Pero las autoridades han decidido
asfixiarlos. Ninguna medida idónea va en auxilio, está abandonado y
solo le resta sobrevivir. Ese es el concepto de progreso de este ciclo, mas
sector público menos sector privado… ¿Consecuencias? El gobierno aumenta el
gasto público en más de 9.000 millones [4] en
los últimos meses, pero, ¿Con que resultados?
Eso no importa. Solo pretenden asegurar
para sí, militantes y su familia los privilegios de pertenecer al Estado entre
sueldos, vacunas contra el Covid 19 y fiestas privadas en tiempos de
privaciones. Por eso, estos tripulantes necesitan más años en este barco hasta que
el naufragio sea completo. Se asiste
inexorablemente a la agonía de este cuerpo político.
Que el retraso social, narcotráfico y
pobreza sigan en aumento no es novedad, es la acertada concepción de la política
del retroceso. Están exultantes, por eso sonríen. El periodista Carlos Pagni, confirma esta perspectiva: “…la
agenda oficial es otra. No es la foto de Olivos. Es la foto de Puente
Pueyrredón. Es decir, la imagen de pobres que se movilizan hacia el Ministerio
de Desarrollo Social reclamando asistencia humanitaria.”[5] Pero esta situación negativa para el
desarrollo humano tendría su justificación política.
Las
sucesivas medidas improvisadas, impulsivas y el autoengaño ideológico son las
principales causas de los errores. Sin dudas populismo es sinónimo de demagogia
y progresismo de facilismo idiota, sin cultura, orden ni disciplina. Este
gobierno que se autoproclama populista y progresista, no es más que la
continuación de otros tantos que no aprende de sus fracasos. Basta observar el
elenco de sus integrantes para reconocer que nada aprendieron en los últimos 30
años en sucesivos cargos públicos y la realidad es que tampoco tienen nada para
dar. Se percibe a esta altura de la navegación que no se trata de grieta, sino
de un abismo entre proyectos de país que no son compatibles.
Sin duda estos personeros del progresismo generan todas las condiciones posibles de subdesarrollo cultural y económico, entre otros, con las que hoy convive la República. Postergan el crecimiento, suprimen las expectativas de desarrollo, desconocen y devalúan el valor de la palabra, modifican la historia y desconocen la libertad de pensamiento. En síntesis, populismo y progresismo se han convertido en la Argentina en una nueva forma de esclavitud. Los números de este flagelo son elocuentes.
No
se trata de un sometimiento por color de piel, raza o religión, sino social. Adviértase
que las hordas de pobres e indigentes tienen entre otras causas, la falta de
educación y su permanente utilización como herramienta electoral. ¿Qué puede someter más a las personas que el
hambre y la falta de cultura? Hoy la
pobreza supera el 43,5%, sin condiciones y expectativas de mejora para los
próximos años dada la crisis económica y sanitaria.[6] La
pobreza es un gran enemigo de la felicidad humana, destruye la libertad y hace
impracticables algunas virtudes y sumamente difíciles otras.[7]
A
no dudarlo, a buena parte de las autoridades ese sometimiento y resignación les
da poder de decisión, sin ningún tipo de restricción. No hay República con un
sistema electoral y educativo proclive al desarrollo bajo estos parámetros, porque el sufragio para un
gran sector electoral e ignorante está condicionado. Rousseau expresaba en su
contrato social, que el despotismo hace míseros a los súbditos para
gobernarlos.
Para las personas que integran esa franja en aumento, el Estado paternalista es la razón de su existencia. Son híbridos con poder de voto porque los planes sociales, para quienes los tienen asignados, son moneda de extorsión. No resulta extraño para la clase gobernante que esa atrofia mental que siembran sea la única cuestión meritoria. Exacerbar la ignorancia tiene sus resultados, basta ver alrededor para observarlo.
La
Argentina se encuentra en estado de disolución. Como barco a la deriva, que navega a cualquier
parte, no se sabe qué hacer. La tripulación desacreditada se quedó sin
capacidad de maniobra. En este trágico panorama, sin confianza, los pasajeros hastiados
miran al capitán del barco, cuyo camarote se ha convertido en un cabaret y se
sabe a esta altura de los acontecimientos, que de un momento a otro será reemplazado
por el primer oficial. ¿Alcanzarán los botes salvavidas para todos…? o ¿Los
pasajeros con coraje que queden, estarán dispuestos a realizar el motín de
subsistencia para salvar lo que queda de República…?
Quizás es momento de
pensar en la alternativa del desguace.
El desmantelamiento del barco que ha sido retirado de su uso activo para
salvar la mayor cantidad de material útil de la nave como sea posible y
reciclar los componentes de alguna manera para uno nuevo.[8]
Se comprende, no con cierta resignación, que el costo de reparar este barco y mantenerlo en uso activo ya no
se puede justificar.
[1] Visto
y Oído, “Sin recuperación” diario La Prensa 15.08.2021
[2] Carlos Boyadjian,” Carne, primer dato
duro…” ttps://www.cronista.com 3/08/2021
[3] https://diariocastellanos.com.ar/ 17/8/2021
[4] https://eleconomista.com.ar/ 20/08/2021
[5] Pagni,
Carlos “La foto que teme Cristina Kirchner” Diario La Nación, 19/8/2021
[6] Martín
Kanenguiser “Advierten
que el nivel de pobreza…” www.infobae.com/ 19/06/2021
[7] Samuel
Johnson [8] Adaptación del autor al artículo: ¿Qué es el
desguace de buques? https://www.prucommercialre.com
Imágenes: ( 1) La brújula | Panorama Digital (2)Timón, https://www.clickborde.com.br/; (3) Naufragio, https://theluxonomist.es/; (4) https://tn.com.ar/economia/ 31/03/2021 (5) cabildo abierto del 25 de mayo 1810 ,Oleo de Sánchez de la Peña (Museo Histórico del Cabildo de Buenos Aires)
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