“No pinta
quien tiene gana sino quien sabe pintar.”
Martín Fierro
Que el
país este pagando un alto costo por el nivel de improvisación e
irresponsabilidad, con la cual la política subyuga día a día a los ciudadanos en
general, y al sector privado en particular, no requiere mayor análisis. Nada
puede esperarse de quienes no tiene capacidad para dar, en el más amplio
sentido de la palabra.
La lealtad
de los funcionarios a una ideología tiene su precio, basta apreciar la realidad
circundante. Si la mayoría de los integrantes de un gabinete, son nombrados por
su obediencia o mera simpatía, y no por sus antecedentes y méritos, las
consecuencias no tardan en llegar. El desorden es absoluto y la desconexión con
la realidad, total. A partir de ahí, ninguna decisión puede ser eficaz, porque
no solo falla el diagnóstico, sino las herramientas para solucionar toda
problemática que se presenta.
Hace años que,
en el país, los elencos ministeriales, presidente tras presidente, se nutren de
un vasallaje sin límites. Salvo excepciones muy puntuales, todo vale para
recibir un sueldo del Estado, sin importar lo que se dé a cambio. Así se
advierte que la palabra ha sido denigrada, la dignidad tiene precio y el mérito
desacreditado. Solo basta la obsecuencia desenfrenada sin control de daños. Lógico,
no hay riesgo en la negligencia. Al poco de terminar su mandato en cualquier
cargo, la gran mayoría encuentra otro trabajo público en donde guarecerse.
Todos rotan y la mediocridad se multiplica.
Si los
cargos legislativos, judiciales y del ejecutivo son ocupados por leales o
militantes, se deja de lado no solo la calidad, sino la competencia e
idoneidad. Tal es así, que cualquiera puede cumplir cualquier función. Así, la
sociedad advierte que de jefe de gabinete se pasa a ministro de relaciones
exteriores, aunque no haya idoneidad alguna para ninguna de las dos funciones.
Para la clase política, que en gran parte aborrece la educación, todo es
posible, sin importar resultados.
Si se
atraviesa la tormenta y la tripulación por falta de coraje y capacidad, no está
en condiciones de sobrellevarla, hay que reemplazarla. Lo cosmético, el mero
cambio de funciones, no logrará resultados. Si la inflación fue en marzo del
6,7%, la más alta en los últimos 20 años: ¿Por qué razón los funcionarios no
adoptan medidas radicales para combatirla? No hay interés en hacerlo, otras son
las necesidades. La licuación de gasto público y salarios favorece al
gobierno.
Bajo estas
premisas, todo en el sector público es una obstrucción para el privado. Este se
ha transformado en un vasallo de aquel, al cual solo le debe rendir el pago de
sus tributos, sin recibir nada a cambio, solo desprecio. La presión tributaria
es excesiva, sin embargo, no se advierte ninguna contraprestación favorable a
la ciudadanía: cada vez más pobreza, fuertes oscilaciones en la economía, menos
calidad educativa y nulo desarrollo económico y social. ¿Cuál es la razón? La
irresponsabilidad fiscal por la falta de aptitud de los funcionarios, siembra
crisis tras crisis.
Se aprecia
una nueva esclavitud democrática, donde la desconexión de la política y de
quienes tienen la responsabilidad de gobernar, es absoluta con la realidad de
los ciudadanos y sus necesidades. Ante estas circunstancias críticas, ¿Cuál es
el plan? Solo se propone un tributo más al sector privado, el denominado
impuesto sobre “la ganancia inesperada”, sin embargo: ¿Qué ocurre en ese sector
cuando hay pérdidas inesperadas…? Otra muestra más del desinterés hacia la
actividad privada.
El ciclo actual de gobierno está concluido. Solo se logrará un cambio de expectativas, llamando de manera anticipada a elecciones. De lo contrario, si se insiste sólo en cambio de figuras con notoria ausencia de programas y aptitudes, se profundizará no solo el desgaste institucional, sino el daño económico y social, que ya de por sí reflejan los graves índices de pobreza e inflación vigentes.
____________________________
Créditos imágenes, por orden de aparición:
[1] https://democresia.es/asuntos-sociales/el-derecho-mirar-hacia-otro-lado-2/
No hay comentarios.:
Publicar un comentario